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miércoles, 23 de diciembre de 2020

MISA DE DESPEDIDA PÁRROCO

Hoy, comunicamos con tristeza, a todos los fieles de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y San Luis Obispo, que Don Adolfo Lafuente, dejará de ser nuestro párroco debido a su jubilación.  

Este domingo a las 20:00 horas será la Eucaristía de despedida.

Don Adolfo,  nace en Irún un cuatro de octubre de 1947. Fue ordenado sacerdote el 24 de junio de 1976 en la Parroquia de los Sagrados Corazones de nuestra archidiocesis.

El 20 de abril de 2008 fue nombrado párroco de nuestro templo, además de ser el responsable de las Fundaciones Civiles de la Diócesis de Madrid.




Esperamos a todos los fieles el día 27 a las 20:00 horas para despedirle como se merece, cumpliendo las medidas sanitarias, recordando que el aforo del templo se encuentra limitado.

lunes, 2 de noviembre de 2020

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS


Como dijo el Papa Francisco durante el Ángelus del 2 de noviembre del año 2014: «Ayer celebramos la solemnidad de Todos los santos, y hoy la liturgia nos invita a conmemorar a los fieles difuntos. Estas dos celebraciones están íntimamente unidas entre sí, como la alegría y las lágrimas encuentran en Jesucristo una síntesis que es fundamento de nuestra fe y de nuestra esperanza. En efecto, por una parte la Iglesia, peregrina en la historia, se alegra por la intercesión de los santos y los beatos que la sostienen en la misión de anunciar el Evangelio; por otra, ella, como Jesús, comparte el llanto de quien sufre la separación de sus seres queridos, y como Él y gracias a Él, hace resonar su acción de gracias al Padre que nos ha liberado del dominio del pecado y de la muerte» 

El recuerdo de los difuntos, el cuidado de los sepulcros y los sufragios son testimonios de confiada esperanza, arraigada en la certeza de que la muerte no es la última palabra sobre la suerte humana, puesto que el hombre está destinado a una vida sin límites, cuya raíz y realización están en Dios». «La tradición de la Iglesia siempre ha exhortado a rezar por los difuntos, en particular ofreciendo por ellos la celebración eucarística: es la mejor ayuda espiritual que podemos dar a sus almas, especialmente a las más abandonadas» (Francisco, Ángelus 2 de noviembre 2014). 

La Iglesia ha querido instituir un día, el 2 de noviembre, que se dedique especialmente a la oración por aquellas almas que han dejado la tierra.

sábado, 31 de octubre de 2020

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS



El 1 de noviembre la Iglesia Católica celebra la Solemnidad de Todos los Santos, tanto los conocidos como los anónimos. Es la celebración de todos aquellos que comparten el triunfo y la gloria de Cristo en virtud a su esfuerzo por seguir de cerca al Maestro. La Iglesia celebra este día vestida de blanco, al verse confirmada como madre que convoca a sus hijos a la salvación; mientras que los hijos se ven fortalecidos por el ejemplo de quienes se adelantaron en la fe y la caridad.

San Juan Pablo II, en la homilía de la misa dedicada a la Solemnidad de Todos los Santos, en noviembre de 1980, decía: “Hoy nosotros estamos inmersos con el espíritu entre esta muchedumbre innumerable de santos, de salvados, los cuales, a partir del justo Abel, hasta el que quizá está muriendo en este momento en alguna parte del mundo, nos rodean, nos animan y cantan todos juntos un poderoso himno de gloria”. Y es que esta Solemnidad es día propicio para compartir el júbilo por la obra salvífica de Dios a lo largo de los siglos. Obra que no se detiene jamás y que se renueva, a cada instante, en cada ser humano que responde a la gracia de Dios, viviendo el llamado a la plenitud en el amor.

La Solemnidad de Todos los Santos tiene sus orígenes en el siglo IV, cuando el número de mártires de la Iglesia llegó a ser tal que era imposible destinar un día del año para recordar a cada mártir. Entonces, la Iglesia optó por hacer una celebración conjunta para honrar a todos los que habían alcanzado el cielo, en un solo día, una vez al año.

Cuando el 13 de mayo de 610, el Papa Bonifacio IV dedicó el Panteón romano al culto cristiano, consagró el nuevo templo a la Bienaventurada Madre de Dios y a todos los mártires. A partir de entonces, la celebración de Todos los Santos quedó fijada en esa fecha, y así permanecería por muchos años hasta que el Papa Gregorio IV, en el siglo VII, trasladó la celebración al 1 de noviembre. Es muy probable que la decisión del Papa Gregorio haya sido contrarrestar la fiesta pagana del “Samhain” o año nuevo celta, que se celebra la noche del 31 de octubre.

Hoy, la Solemnidad de Todos los Santos compite, en distintos ámbitos de la cultura, contra la “noche de Brujas” (Halloween) y su espíritu comercial y profano. Por eso, es necesario que no perdamos de vista aquello a lo que estamos llamados como cristianos: vivir la santidad y realizar todo bien que provenga de Dios.

En el año 2013, el Papa Francisco hizo una hermosa exhortación a la multitud que lo acompañaba en la celebración de esta Solemnidad: “Dios te dice: no tengas miedo de la santidad, no tengas miedo de apuntar alto, de dejarte amar y purificar por Dios, no tengas miedo de dejarte guiar por el Espíritu Santo. Dejémonos contagiar por la santidad de Dios”.

No olvidemos nunca que ¡estamos llamados a ser santos! Y que debemos recordar y agradecer la vida de esos hombres y mujeres que lo dieron todo por amor.

jueves, 22 de octubre de 2020

SAN JUAN PABLO II



Hoy, 22 de octubre, la Iglesia Católica celebra la fiesta de San Juan Pablo II, el Papa peregrino, el Pontífice que viajó por el mundo entero llevando un mensaje de paz y reconciliación. Juan Pablo II, como heredero del Concilio Vaticano II, contribuyó enormemente a su asimilación desarrollando un nutrido y sólido magisterio. Puestos los pies en el suelo de la tradición de la Iglesia y el Evangelio, supo proyectarse al futuro llamando a una “Nueva Evangelización”. Fue también un defensor incansable de la vida y la familia: “el matrimonio y la familia cristiana edifican la Iglesia. Los hijos son fruto precioso del matrimonio".

Karol Jósef Wojtyla, más conocido como San Juan Pablo II, nació en Wadowice (Polonia) en 1920. Sus padres, católicos fervorosos, lo educaron en la calidez de la fe. Su juventud estuvo marcada por el ambiente desolador y trágico causado por la Segunda Guerra Mundial y la invasión nazi a Polonia. Aun así, pudo ingresar al seminario y llevar su formación de manera clandestina. Fue ordenado sacerdote en 1946 y en 1958 se convirtió en obispo auxiliar en la arquidiócesis de Cracovia. Al ser ordenado obispo Karol escogió como lema oficial la expresión latina “Totus Tuus” (todo tuyo), en honor a María Santísima y que mantuvo durante todo su pontificado. El 29 de mayo de 1967 fue nombrado cardenal, convirtiéndose en el segundo más joven de aquella época, con solo 47 años de edad.

Wojtyła participó activamente en las sesiones del Concilio Vaticano II. Fue muy importante su colaboración en las constituciones dogmáticas “Gaudium et Spes” y “Lumen Gentium”. En 1964 sería nombrado Arzobispo Metropolitano de Cracovia y posteriormente creado Cardenal por el ahora Papa San Pablo VI. Como Arzobispo fue un promotor de la pastoral para los sordomudos y ciegos, creó el “Instituto de familia” y el programa “S.O.S. Cardenal Wojtyla” para ayudar a mamás solteras en peligro de abortar.

A la muerte de Juan Pablo I en 1978, es elegido Sumo Pontífice, adoptando el nombre de “Juan Pablo II”, en honor a su predecesor. Realizó 104 viajes apostólicos fuera de Italia y 146 al interior de ese país. Su pontificado fue el segundo más largo de la historia: 26 años, 5 meses, y 18 días (9, 666 días), de 1978 a 2005. A Juan Pablo II se le reconoce como uno de los artífices de la caída de los regímenes comunistas totalitarios de la Europa Oriental. Ejerció, en ese sentido, un liderazgo decisivo en la consecución de la paz mundial y la liberación de los pueblos de las ideologías. También fue un crítico de los excesos del sistema capitalista y un defensor de la clase trabajadora.


Lamentablemente, el Papa Juan Pablo II fue víctima de la violencia: sufrió un atentado contra su vida el 13 de mayo de 1981 (día de la Virgen de Fátima), del que salió muy mal herido aunque logró sobrevivir providencialmente. Un gran ejemplo dio al mundo cuando, ya recuperado, visitó en la cárcel al hombre que le disparó, el ciudadano turco Mehmet Ali Ağca, concediéndole el perdón.

San Juan Pablo II siempre estuvo preocupado por los jóvenes. Fue él quien impulsó las Jornadas Mundiales de la Juventud, con las que congregó a millones de jóvenes de todo el mundo. También fue el inspirador y promotor de los Encuentros Mundiales de las Familias.

El Papa peregrino partió a la Casa del Padre el 2 de abril de 2005, a los 84 años de edad. Fue beatificado por el Papa Benedicto XVI en 2011 y canonizado en abril de 2014 por el Papa Francisco. En aquella ocasión, en la homilía de la ceremonia de canonización, Francisco señaló lo siguiente: “San Juan Pablo II fue el Papa de la familia. Él mismo, una vez, dijo que así le habría gustado ser recordado, como el Papa de la familia”.

lunes, 14 de septiembre de 2020

EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ



Cada año, el 14 de septiembre, celebramos la Exaltación de la Sta. Cruz. En tanto que esta fiesta se centra en la cruz de Cristo, no es la misma celebración que la que se realiza en Viernes Santo cuando entramos en la Pasión del Señor y participamos en la oración de la muerte de Cristo. Centremos nuestra reflexión en la Exaltación de la Santa Cruz misma.

Mientras que los primeros cristianos usaban la señal de la cruz como su oración y bendición privadas, antes del siglo IV no veneraban en público ni exhibían la cruz. Esto es porque los romanos seguían empleando la cruz como una forma horrible, cruel y humillante de pena capital. Los primeros cristianos veneraban en ocasiones una forma decorada de la cruz (llamada crux gemata) de la cual un resto puede verse aún en el ábside de la Basílica Lateranense, pero no un crucifijo. También incluían referencias crípticas a la cruz en otras imágenes cristianas primitivas, como el ancla, que era un símbolo de la esperanza.

Fue solo tras la legalización del cristianismo con el Edicto de Milán en 313 y la abolición subsecuente de la crucifixión como forma de pena capital, que los cristianos comenzaron a venerar en público la imagen de Jesús crucificado.

El desarrollo de la devoción pudo haberse iniciado en parte con la misma legalización del cristianismo. Durante los tiempos de persecución, los cristianos conocían bien el sacrificio de la fe; en ausencia de la persecución, necesitaban recordarse a sí mismos del sacrificio de nuestro Señor mediante la imagen de su crucifixión. La imagen más antigua de un crucifijo que se muestra para su veneración puede verse todavía en las puertas talladas de ciprés en Santa Sabina en Roma (de mediados del siglo V).

Fue también tras la legalización del cristianismo que los restos de la Vera Cruz (la cruz verdadera en que murió Jesús) fueron hallados en Jerusalén y Elena, la madre de Constantino, erigió la Basílica del Santo Sepulcro sobre el sitio de la crucifixión y sepultura de Jesús. La fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz conmemora estos dos eventos (el hallazgo de la cruz y la construcción de la basílica) en el aniversario del día en que esta iglesia fue dedicada y un fragmento de la Cruz auténtica fue expuesto para su veneración pública. La celebración anual de la cruz el 14 de septiembre, de una u otra forma, ha continuado desde el año 335.

En tanto que los gobiernos paganos han pretendido hacer de la cruz un signo de derrota, sufrimiento, intimidación y fracaso, significa algo muy distinto para los cristianos. Para nosotros, la cruz es el instrumento de nuestra salvación desde el cual Jesús cumplió su más grande ministerio: la redención del mundo. Luego, la cruz de Cristo es un recordatorio del inmenso amor de Dios por cada hombre, mujer y niño; es la fuente de nuestro perdón, reconciliación y paz; es el medio por el cual se ofrece al pueblo tomar parte de la comunión de vida y amor con Dios; es el trono en el cual Jesús estableció el reino de Dios en cada persona.

La cruz no es más un símbolo de derrota. Es el signo más perfecto del triunfo de nuestro Señor sobre las fuerzas del pecado y la muerte. La cruz de Cristo es la buena nueva de la misericordia de Dios y de su presencia con todos los que sufren.

Nuestra celebración anual de la Exaltación de la Santa Cruz nos da la oportunidad de recordar cómo Dios puede emplear los peores y más oscuros actos del hombre para hacer su divina voluntad. Es también un importante recordatorio anual de que estamos llamados a acoger la cruz. (cf. Lucas 9,23)

Jesús nos dijo que a donde el Maestro vaya, sus discípulos lo seguirán. Nuestro Señor nos dijo también que debemos estar preparados para aceptar la cruz en nuestra propia vida si queremos seguirlo. La cruz, para los cristianos, es el sufrimiento que voluntariamente aceptamos como una consecuencia de nuestra decisión de seguir a Jesús. Esta fiesta anual nos recuerda que la cruz siempre conduce a la Resurrección, y así cada sufrimiento puede ser necesario y un medio divino para nuestra salvación y santificación. Por ello, Jesús proclamó que todos los que sufren a causa de la justicia serán “bienaventurados” (cf. Mateo 5,11-13)

Se necesitan los ojos de la fe para acoger con gozo y voluntad semejante sufrimiento en la fe. Se requiere de una oración seria y madura para ver la hermosa invitación a la amistad cercana con Jesús en los momentos de sufrimiento en la fe.

“Te adoramos, Cristo, y te bendecimos, porque con tu santa cruz redimiste al mundo”.




No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.


martes, 8 de septiembre de 2020

CELEBRACIONES DÍA DE LA NATIVIDAD DE LA VIRGEN


Hoy 8 de septiembre celebramos la natividad de la Virgen María.

Las celebraciones de la Eucaristía serán a las 11 y 12 de la mañana y 18 y 20 horas por la tarde, en esta última se unirá la Hermandad Sacramental y Carmelitana de los Gitanos.

Desde ayer lunes el aforo se encuentra limitado a 150 personas acude con tiempo al templo y recuerda seguir las indicaciones sanitarias y organizativas del templo.

viernes, 4 de septiembre de 2020

HORARIO DE LAS CELEBRACIONES


Comenzado el mes de septiembre y empezando de nuevo el curso y la vuelta de vacaciones, comenzamos también en la parroquia un nuevo horario para las celebraciones.

Los horarios para las EUCARISTÍAS serán:

De lunes a viernes: 11, 12, 18 y 20 horas.

Sábados, domingos y festivos: 11, 12, 18, 19 y 20 horas.

De lunes a viernes a partir de las 18:30 tendremos: (si es víspera entre semana no habrá estas celebraciones)

18:30 Exposición del Santísimo
19:20 Rezo del Santo Rosario
19:45 Bendición y Reserva

Confesiones. Todas aquellas personas que que deseen confesión deben dirigirse a sacristía.

Todos debemos recordar y seguir las pautas de higiene y de organización que nuestro templo tiene, debemos higienizar nuestras manos antes de entrar, llevar mascarilla, mantener la distancia de seguridad, no se pueden tocar las imágenes sagradas y recuerda que el aforo está limitado a 150 personas, recuerda venir con tiempo a la celebración y si no puedes entrar recuerda no enfadarte, es por el bien de todos.

MISA DE DESPEDIDA PÁRROCO

Hoy, comunicamos con tristeza, a todos los fieles de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y San Luis Obispo, que Don Adolfo Lafuente, d...