https://www.facebook.com/Parroquia-de-Nuestra-Se%C3%B1ora-del-Carmen-y-San-Luis-Obispo

jueves, 30 de abril de 2020

AVISO PARROQUIAL


Se comunica a todos los fieles, que el Templo de Nuestra Señora del Carmen y San Luis Obispo, permanece abierto, para la oración, en el siguiente horario:

Mañana: de 10:00 a 12:00 hrs.

Tarde: de 18:00 a 20:00 hrs.

Recordamos que las Eucaristías no se celebrarán hasta nuevo aviso.

domingo, 26 de abril de 2020

DÍA DEL SEÑOR

Hoy domingo, Día del Señor os invitamos a que desde casa sigáis las diferentes Eucaristías que se están retransmitiendo en todos los medios de comunicación o via internet.  Para ello os dejamos a vuestra disposición un enlace del Arzobispado con los horarios y medios que podéis seguir la Eucaristía: 


https://www.archimadrid.org/index.php/oficina/madrid/2-madrid/9036314-como-ver-la-misa-desde-casa

Además os animamos a que leáis las lecturas de hoy ( https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2020/04/26/26-04-2020-domingo-de-la-3a-semana-de-pascua/ ) y os dejamos una reflexión sobre las mismas: 

“Dios resucitó a este Jesús, y todos nosotros somos testigos”. Lo que le hace a alguien ser “grande” es estar enamorado de Jesucristo. Ese es el testigo que debemos recoger de los Apóstoles: enamorarnos de Jesús. Si somos capaces de descubrir la ternura de Dios en nuestra vida, ninguna otra cosa nos hará más felices: “me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua”. Él nunca nos dejará solos… y nosotros nunca lo abandonaremos.

Por eso, no podemos perder la memoria de la historia … la de aquí y ahora (aunque sea en estas circunstancias tan dolorosas) … “¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?”. Así relataban los discípulos de Emaús su encuentro con Jesús Resucitado, y así hicieron memoria de Aquel que les manifestó su gloria. No sólo son cosas que no se olvidan, sino que han de permanecer en el alma …y que otros participen de nuestra alegría.

Decía hace años el cardenal Ratzinger: “El limite del mal queda vencido con la misericordia de Dios”. Esa fue la experiencia de la Virgen María. Nos aferramos a su mano, yendo juntos a construir la historia de los hijos de Dios…



jueves, 23 de abril de 2020

COLUMBARIOS PARROQUIALES


El Papa Francisco, en la Instrucciónn Ad resurgendum cum Christo (25 octubre 2016), respondió varias dudas sobre la conservación de las cenizas de los fieles cristianos en caso de cremación o incineración. Por el bautismo somos consagrados por Cristo y somos injertados en Él: Nuestro cuerpo y alma pertenecen al Señor, que por nosotros murió y resucitó (Rm 14,7-9).
Esta pertenencia a Cristo se manifiesta en los enterramientos, que para los cristianos se hacen siempre en campo santo, lugar bendecido en el que reposan nuestros restos mortales en espera de la resurrección final.

La fe cristiana en la resurrección de los muertos hizo que los lugares de enterramiento dejaran de llamarse necrópolis (ciudad de muertos) para denominarse cementerios (dormitorios, en griego), pues la muerte es simbólicamente un “dormirse” hasta el eterno despertar cuando Cristo venga al final de los tiempos y resucite nuestros cuerpos. 

El Papa aclara que por la dignidad que tiene el cuerpo del cristiano, en caso de incineración o cremación no se pueden dejar las cenizas en cualquier lugar (p. ej. en casa, que no es un camposanto), ni tratarlas para convertirlas en objetos (diamantes, por ejemplo), ni esparcirlas por la naturaleza (el mar, la montaña, el jardín de casa). Nuestro cuerpo está consagrado por Cristo y le pertenece, y con esa dignidad hemos de tratarlo, tanto en vida como en muerte. Durante casi dos milenios, las iglesias —templos consagrados a Cristo donde nos unimos a Él mediante la administración de los sacramentos— se convirtieron en el lugar más adecuado para expresar esta verdad de fe. En torno a la iglesia y dentro de ella se enterraban los miembros de la comunidad que fallecían.

 Las actuales prácticas sobre enterramientos en cementerios distantes de la iglesia parroquial dificultan que se pueda expresar de un modo “visible” esta tradición milenaria; no obstante se conserva la dignidad de los cementerios, que de hecho se denominan “camposanto” por estar bendecidos. Pero desvinculados físicamente de la iglesia parroquial, cuesta más ver la vinculación entre el enterramiento y la pertenencia a una comunidad cristiana que camina hacia la vida eterna, compartiendo los bienes de la fe y la oración tanto en vida como en la muerte. Es la comunión de los santos. La Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y San Luis ofrece ahora la posibilidad de depositar las cenizas de los fieles difuntos en los Columbarios Parroquiales. La cercanía de este camposanto en el corazón de Madrid facilita la visita y oración por nuestros familiares difuntos, al mismo tiempo que velamos por cuidar los restos mortales con la dignidad que merecen por su condición de bautizados. Unidos en Cristo, caminamos hacia la eternidad.


En el siguiente enlace dejamos toda la información sobre los columbarios parroquiales para todos aquellos que estén interesados, además durante estos días de cuarentena nuestro despacho parroquial se encuentra abierto mediante vía telefónica (no presencial, la iglesia se encuentra cerrada) para todos aquellos que deseen más información, llamando al número 91 522 67 69, de lunes a viernes en horario de 10 a 12 de la mañana y de 18 a 20 horas por las tardes






domingo, 19 de abril de 2020

DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA


En el domingo de la Divina Misericordia, el cardenal Carlos Osoro ha recordado que «el Dios en quien creemos os quiere a todos y sin condiciones». Según ha detallado, «no sé acerca a ti ni a mí por lo que valgamos, […] es un Dios que cuenta con nuestras miserias y nos libera de nuestras miserias, llenándonos de su misericordia y de su amor» y eso provoca «alegría».

Con la vista puesta especialmente en aquellos a quienes la pandemia del coronavirus ha golpeado directamente e incluso han perdido a seres queridos, el arzobispo de Madrid ha pedido a todos los madrileños que seguían la celebración por Telemadrid que experimenten alegría porque «el Señor nunca nos abandona».



Aludiendo al Evangelio proclamado, ha reconocido que «hoy estamos en el anochecer y a veces en la oscuridad», pero, «como en aquel momento se hizo presente en aquella casa en la que los discípulos tenían las puertas cerradas por miedo» y «estaban traumatizados» por su muerte, «Jesús resucitado atraviesa esas puertas», «hoy entra en tu vida, en tu corazón». «Abrid vuestra vida. Dejad entrar a Jesús. Es camino de libertad, es camino de liberación, es camino creador de perdón para ti y para que lo regales a los demás», ha aseverado.

Frente a la «fe puramente racionalista» de Tomás, el purpurado ha animado a ver cómo se manifiesta la «solidaridad de la Resurrección» en tantos lugares del mundo y donde están «las miserias más grandes». «Sigue habiendo hombres y mujeres que perseveran en la enseñanza de los apóstoles, […] que viven la comunión con Cristo» y, precisamente por ello, «con todos los hombres», ha subrayado en otro momento, aludiendo a su reciente invitación a las familias a ayudar a otros a su alrededor.

«Os invito a que digáis: “Señor mío y Dios mío”. Y Jesús te dirá, “bienaventurado porque has creído” y verás cosas mayores», ha concluido el cardenal Osoro

En el siguiente enlace os dejamos la celebración de la Eucaristía del Santo Padre de esta mañana:

https://www.youtube.com/watch?v=S-ZeKj1bb9M

viernes, 17 de abril de 2020

FESTIVIDAD DE LA BEATA MARÍA ANA DE JESÚS

María Ana Navarro Romero, hoy conocida como Beata María Ana de Jesús, nació en Madrid el 17 de enero de 1565 en el seno de una familia numerosa,  relacionada con la corte del rey Felipe II, donde su padre servía como peletero. 

A los 23 años, María Ana (Marianita, como la llamaban en casa), rompe su relación de noviazgo para abrazar la vida religiosa, lo que provocó una fuerte reacción en su padre (vuelto a casar en segundas nupcias), su madrastra y otros familiares. Se dice que ante las presiones que recibió se cortó el pelo y hasta llegó a desfigurarse la cara con el fin de verse rechazada por su prometido. Puede que las secuelas dejadas en el rostro por la máscara mortuoria que le realizaría años más tarde el maestro Carducho animaran esta leyenda.  


Su proceso de madurez es acompañado por varios directores espirituales, entre los que destaca el mercedario P. Juan Bautista del Stmo. Sacramento, testigo de su devoción a la Virgen y de su amor a la Eucarístía, y también de los distintos momentos de enfermedad por los que pasó. María Ana puso su morada en una pequeña casa, vecina al convento de los mercedarios descalzos, donde pasó varios años dedicada a la oración y la penitencia, así como al servicio a los pobres y necesitados de la ciudad. En 1613 fue recibida como terciaria en la Orden de la Merced, por fray Felipe Guimerán, Maestro General de la Orden. La fama de sus virtudes, experiencias místicas y milagros se extendieron rápidamente por Madrid. Su muerte se produjo a los 59 años, con gran fama de santidad, el 17 de abril de 1624 en Madrid (de ahí que su fiesta se celebre el 17 de abril). Ese año se inició el proceso canónico de la beatificación, alentado por el pueblo, la nobleza y el mismo rey Felipe IV, gran devoto suyo. 


En 1627 se abrió su sepultura comprobándose que el cuerpo se encontraba intacto, los miembros flexibles, y que exhalaba una agradable fragancia. Solamente el rostro se encontraba un tanto desfigurado debido a las manipulaciones que se habían hecho para obtener la mascarilla mortuoria. Inspecciones médicas posteriores han ido corroborado su incorruptibilidad. 

Una muestra del afecto y devoción por “la santa”, es la colocación de su escultura en 1636, en la antigua Puerta de Alcalá, que se perdió tras ser derribada en 1764, para construir la actual. El 18 de enero de 1783 fue declarada beata por el papa Pío VI, lo que motivó al Ayuntamiento de Madrid a declararla copatrona de la ciudad, junto con san Isidro Labrador. El cuerpo incorrupto de la Beata se venera actualmente en la iglesia del Convento de don Juan de Alarcón de Madrid, en el sepulcro regalado por la reina Isabel II. La escultura que preside el presbiterio de nuestra parroquia es obra de Juan Pascual Mena, y fue donada por las MM Mercedarias de Alarcón. 

Tras el proceso diocesano de canonización, su causa se encuentra en Roma, última fase del estudio para que pueda ser declarada santa, como así lo esperamos pronto, si Dios quiere.   

http://www.bmajesus.es/content/biograf%C3%ADa-de-la-beata-mar%C3%ADa-ana-de-jes%C3%BAs

sábado, 11 de abril de 2020

DOMINGO DE RESURRECCIÓN


Lectura del santo evangelio según san Juan (20,1-9):

El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor

Homilía del Papa Francisco en la Vigilia Pascual 2020

«Pasado el sábado» (Mt 28,1) las mujeres fueron al sepulcro. Así comenzaba el evangelio de esta Vigilia santa, con el sábado. Es el día del Triduo pascual que más descuidamos, ansiosos por pasar de la cruz del viernes al aleluya del domingo. Sin embargo, este año percibimos más que nunca el sábado santo, el día del gran silencio. Nos vemos reflejados en los sentimientos de las mujeres durante aquel día. Como nosotros, tenían en los ojos el drama del sufrimiento, de una tragedia inesperada que se les vino encima demasiado rápido. Vieron la muerte y tenían la muerte en el corazón. Al dolor se unía el miedo, ¿tendrían también ellas el mismo fin que el Maestro? Y después, la inquietud por el futuro, quedaba todo por reconstruir. La memoria herida, la esperanza sofocada. Para ellas, como para nosotros, era la hora más oscura. 

Pero en esta situación las mujeres no se quedaron paralizadas, no cedieron a las fuerzas oscuras de la lamentación y del remordimiento, no se encerraron en el pesimismo, no huyeron de la realidad. Realizaron algo sencillo y extraordinario: prepararon en sus casas los perfumes para el cuerpo de Jesús. No renunciaron al amor: la misericordia iluminó la oscuridad del corazón. La Virgen, en el sábado, día que le sería dedicado, rezaba y esperaba. En el desafío del dolor, confiaba en el Señor. Sin saberlo, esas mujeres preparaban en la oscuridad de aquel sábado el amanecer del «primer día de la semana», día que cambiaría la historia. Jesús, como semilla en la tierra, estaba por hacer germinar en el mundo una vida nueva; y las mujeres, con la oración y el amor, ayudaban a que floreciera la esperanza. Cuántas personas, en los días tristes que vivimos, han hecho y hacen como aquellas mujeres: esparcen semillas de esperanza. Con pequeños gestos de atención, de afecto, de oración. 

Al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro. Allí, el ángel les dijo: «Vosotras, no temáis […]. No está aquí: ¡ha resucitado!» (vv. 5-6). Ante una tumba escucharon palabras de vida… Y después encontraron a Jesús, el autor de la esperanza, que confirmó el anuncio y les dijo: «No temáis» (v. 10). No temáis, no tengáis miedo: He aquí el anuncio de la esperanza. Que es también para nosotros, hoy. Son las palabras que Dios nos repite en la noche que estamos atravesando. 

En esta noche conquistamos un derecho fundamental, que no nos será arrebatado: el derecho a la esperanza; es una esperanza nueva, viva, que viene de Dios. No es un mero optimismo, no es una palmadita en la espalda o unas palabras de ánimo de circunstancia. Es un don del Cielo, que no podíamos alcanzar por nosotros mismos: Todo irá bien, decimos constantemente estas semanas, aferrándonos a la belleza de nuestra humanidad y haciendo salir del corazón palabras de ánimo. Pero, con el pasar de los días y el crecer de los temores, hasta la esperanza más intrépida puede evaporarse. La esperanza de Jesús es distinta, infunde en el corazón la certeza de que Dios conduce todo hacia el bien, porque incluso hace salir de la tumba la vida.  

El sepulcro es el lugar donde quien entra no sale. Pero Jesús salió por nosotros, resucitó por nosotros, para llevar vida donde había muerte, para comenzar una nueva historia que había sido clausurada, tapándola con una piedra. Él, que quitó la roca de la entrada de la tumba, puede remover las piedras que sellan el corazón. Por eso, no cedamos a la resignación, no depositemos la esperanza bajo una piedra. Podemos y debemos esperar, porque Dios es fiel, no nos ha dejado solos, nos ha visitado y ha venido en cada situación: en el dolor, en la angustia y en la muerte. Su luz iluminó la oscuridad del sepulcro, y hoy quiere llegar a los rincones más oscuros de la vida. Hermana, hermano, aunque en el corazón hayas sepultado la esperanza, no te rindas: Dios es más grande. La oscuridad y la muerte no tienen la última palabra. Ánimo, con Dios nada está perdido.  

Ánimo: es una palabra que, en el Evangelio, está siempre en labios de Jesús. Una sola vez la pronuncian otros, para decir a un necesitado: «Ánimo, levántate, que [Jesús] te llama» (Mc 10,49). Es Él, el Resucitado, el que nos levanta a nosotros que estamos necesitados. Si en el camino eres débil y frágil, si caes, no temas, Dios te tiende la mano y te dice: «Ánimo”. Pero tú podrías decir, como don Abundio: «El valor no se lo puede otorgar uno mismo» (A. MANZONI, Los Novios (I Promessi Sposi), XXV). No te lo puedes dar, pero lo puedes recibir como don. Basta abrir el corazón en la oración, basta levantar un poco esa piedra puesta en la entrada de tu corazón para dejar entrar la luz de Jesús. Basta invitarlo: “Ven, Jesús, en medio de mis miedos, y dime también: Ánimo”. Contigo, Señor, seremos probados, pero no turbados. Y, a pesar de la tristeza que podamos albergar, sentiremos que debemos esperar, porque contigo la cruz florece en resurrección, porque Tú estás con nosotros en la oscuridad de nuestras noches, eres certeza en nuestras incertidumbres, Palabra en nuestros silencios, y nada podrá nunca robarnos el amor que nos tienes.  

Este es el anuncio pascual; un anuncio de esperanza que tiene una segunda parte: el envío. «Id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea» (Mt 28,10), dice Jesús. «Va por delante de vosotros a Galilea» (v. 7), dice el ángel. El Señor nos precede. Es hermoso saber que camina delante de nosotros, que visitó nuestra vida y nuestra muerte para precedernos en Galilea; es decir, el lugar que para Él y para sus discípulos evocaba la vida cotidiana, la familia, el trabajo. Jesús desea que llevemos la esperanza allí, a la vida de cada día. Pero para los discípulos, Galilea era también el lugar de los recuerdos, sobre todo de la primera llamada. Volver a Galilea es acordarnos de que hemos sido amados y llamados por Dios. Necesitamos retomar el camino, recordando que nacemos y renacemos de una llamada de amor gratuita. Este es el punto de partida siempre, sobre todo en las crisis y en los tiempos de prueba. 

Pero hay más. Galilea era la región más alejada de Jerusalén, el lugar donde se encontraban en ese momento. Y no sólo geográficamente: Galilea era el sitio más distante de la sacralidad de la Ciudad santa. Era una zona poblada por gentes distintas que practicaban varios cultos, era la «Galilea de los gentiles» (Mt 4,15). Jesús los envió allí, les pidió que comenzaran de nuevo desde allí. ¿Qué nos dice esto? Que el anuncio de la esperanza no se tiene que confinar en nuestros recintos sagrados, sino que hay que llevarlo a todos. Porque todos necesitan ser reconfortados y, si no lo hacemos nosotros, que hemos palpado con nuestras manos «el Verbo de la vida» (1 Jn 1,1), ¿quién lo hará? Qué hermoso es ser cristianos que consuelan, que llevan las cargas de los demás, que animan, que son mensajeros de vida en tiempos de muerte. Llevemos el canto de la vida a cada Galilea, a cada región de esa humanidad a la que pertenecemos y que nos pertenece, porque todos somos hermanos y hermanas. Acallemos los gritos de muerte, que terminen las guerras. Que se acabe la producción y el comercio de armas, porque necesitamos pan y no fusiles. Que cesen los abortos, que matan la vida inocente. Que se abra el corazón del que tiene, para llenar las manos vacías del que carece de lo necesario.

Al final, las mujeres «abrazaron los pies» de Jesús (Mt 28,9), aquellos pies que habían hecho un largo camino para venir a nuestro encuentro, incluso entrando y saliendo del sepulcro. Abrazaron los pies que pisaron la muerte y abrieron el camino de la esperanza. Nosotros, peregrinos en busca de esperanza, hoy nos aferramos a Ti, Jesús Resucitado. Le damos la espalda a la muerte y te abrimos el corazón a Ti, que eres la Vida.

viernes, 10 de abril de 2020

VIA CRUCIS VIERNES SANTO




Esta costumbre viene desde finales del siglo V, cuando los cristianos en Jerusalén, se reunían por la mañana del Viernes Santo a venerar la cruz de Jesús. Volvían a reunirse al empezar la tarde para escuchar la lectura de la Pasión, es una manera de recordar la pasión de Jesús y de revivir con Él y acompañarlo en los sufrimientos que tuvo en el camino al Calvario.

1.- Jesús es condenado a muerte

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Mi buen Jesús, te han condenado a muerte. ¿Estás triste? ¿ Estás asustado?
En tu lugar yo me sentiría así. Yo quiero quedarme junto a ti para que no te sientas sólo.
Ayúdame, Jesús, a tener fuerzas para quedarme junto a ti.

2.- Jesús es cargado con la cruz

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Jesús mío, te han cargado con la cruz. La veo muy grande y seguramente te pesa mucho. Yo quiero ayudarte.

Dios mío, ayúdame a portarme muy bien y así ayudar a Jesús, tu Hijo, para que la cruz le pese un poco menos este Viernes Santo.

3.- Jesús cae por primera vez

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Te has lastimado, mi buen Jesús, pero te vuelves a levantar. Sabes que debes seguir adelante. Yo quiero seguir contigo.
Dios mío, dame fuerzas para levantarme cuando me caiga y así seguir adelante, como lo hizo Jesús.




4.- Jesús encuentra a María.

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

María, ves pasar a tu Hijo y te duele mucho verlo así. Te duele más que a todos nosotros. Pero tú confías en Dios y Él te hace fuerte y mantiene viva tu esperanza en la resurrección.

María, déjame estar contigo acompañándote y ayúdame a parecerme cada día más a ti.

5.- Jesús es ayudado por el Cireneo

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

El Cireneo te ayuda a cargar la cruz. Yo también quiero ayudarte cada vez que te vea cansado.

Dios mío, ayúdame a ser generoso y servicial. En mi casa, en la escuela y en todo lugar para así parecerme al Cireneo y ayudar a tu Hijo a cargar la cruz.

6.- La Verónica enjuga el rostro de Jesús

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Una mujer se ha acercado a ti, mi buen Jesús y te ha limpiado la cara. Tú la miras con mucho amor. Así quieres que tratemos a nuestros semejantes.

Dios mío, así como la Verónica se acercó con tu Hijo, yo también quiero hacerlo con mis hermanos.



7.- Jesús cae por segunda vez

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Otra vez te has caído, mi buen Jesús. Es que el camino es muy largo y difícil. Pero nuevamente tú te has levantado. Tú sabes que es necesario levantarse y seguir adelante hasta el final.

Jesús, ayúdame a levantarme igual que tú, para poder seguir adelante en mi camino hacia ti.

8.- Jesús consuela a las santas mujeres

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Hay unas mujeres en el camino del calvario y tú te has detenido a saludarlas. Es tan grande tu corazón que las consuelas, en lugar de recibirlo. Quieres darles la esperanza de la Resurrección.

Dios mío, ayúdame a tener el corazón tan grande como el de tu Hijo Jesús, para ayudar siempre a mis hermanos.

9.- Jesús cae por tercera vez

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Una vez más, mi buen Jesús, una vez más has caído. Y una vez más te has levantado. Tú sabes que es necesario llegar hasta el final para así poder salvarnos del pecado.

Gracias, mi buen Jesús, porque te levantaste y así me salvaste. Ayúdame a mí a levantarme cada vez que me caiga.

10.- Jesús es despojado de sus vestidura

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Mi buen Jesús. Te quitan la única túnica que tienes y los soldados la juegan a los dados. Vas a morir pobre, como también naciste pobre. Pero tú nos dijiste una vez que tu Reino no es de éste mundo, y son las puertas del cielo las que quieres abrir para nosotros.

Gracias, mi buen Jesús, gracias por querer salvarme.



11.- Jesús es clavado en la cruz

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Has llegado a la parte alta del monte, mi buen Jesús. Y te clavaron en la cruz como si fueras el peor de los ladrones. Pero tú sabes perdonar a quienes lo hicieron. Y también nos perdonas nuestras faltas.

Jesús mío, también perdóname a mí. Yo te quiero mucho y no me gusta verte así.

12.- Jesús muere la cruz

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Mi buen Jesús, viniste al mundo a salvarnos y ahora lo has logrado. Con tu muerte en la cruz, con tu obediencia a tu Padre nos has abierto las puertas del cielo.

Gracias, mi buen Jesús, gracias. Ahora ayúdame para que yo me gane el Cielo.




13.- Jesús es bajado de la cruz

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

María, tu Madre, te detiene entre sus brazos. Está muy triste, pero sigue confiando en Dios. Ella sabe que este no es el final.

María, tú te convertiste en mi Madre desde la cruz. Jesús nos ha querido hacer ese regalo.Ayúdame a estar muy cerca de ti y de tu hijo toda mi vida.

14.- Jesús es colocado en el sepulcro

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Ahora todo ha terminado. La gente vuelve a su casa. Pero a nosotros nos queda la esperanza de la resurrección.

Sabemos que tú vivirás siempre. En el Cielo, en el Sagrario y también en nuestro corazón.
Ayúdame, mi buen Jesús, ayúdame a resucitar contigo cada día, y a vivir con la alegría de la resurrección.



jueves, 9 de abril de 2020

"El que come de este pan, vivirá para siempre"


En el nombre del padre y del Hijo y del Espíritu Santo.Amén.

¿Tienes dudas de quién es este que se muestra ante ti?. Él fue llamado por sus contemporáneos: maestro, rabí, profeta, anticristo. Nosotros le llamamos Jesús el Hijo de Dios o el Hijo del hombre. Pero, a pesar de su realeza como hijo de Dios, aprendió a soportar  –como hombre que era a todos los efectos- los envites que la vida le presentaba. “Padre aparta de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya”. Este que está ante ti es el mayor signo sacramental que una persona puede ofrecer a otra por amor; y Jesús se puso en manos de Dios y gritó “hágase tu voluntad”.

La voluntad de Dios no es la cruz ni la muerte ni el sufrimiento. La voluntad de Dios es que el hombre viva y tenga vida en abundancia. Vamos a acercaros al monte de los olivos donde Jesús se hace ofrenda, donde Jesús, confiando en el Padre, arriesga su vida. Todo está en juego. Su grito es “hágase tu voluntad”, su actitud será...”Padre, me fío de ti”.
Vamos a Getsemaní a acompañar a Jesús que hoy sigue diciendo “Padre, me fío de ti”; vamos a abrir los ojos a quienes están hoy en Getsemaní y se debaten entre la confianza y la decepción, entre la esperanza y la desilusión, entre el sueño de justicia y la realidad tantas veces injustificable. Y en Getsemaní también están los que pasan hambre y sólo esperan un plato de comida, los que sufren la violencia y sólo sueñan en un día de paz, quienes han perdido el norte de su vida y sólo esperan una señal que aporte una dirección a su existencia.

Vamos a Getsemaní a acompañar a Jesús. Vamos a Getsemaní a acompañar a los que aun hoy sufren con la cruz, que es su cruz particular.
Himno.

Tu reino, Señor, se hace presente
cuando se fomenta la justicia y es respetada la libertad.

Cuando todos somos hijos tuyos, los sueños se deletrean:
Amistad, hermanos, paciencia, caridad.

Tu reinado, Señor, viene a nosotros siempre que el pueblo dispone
de sustento, vivienda, trabajo y sanidad.

Tú nos enseñas, por Jesús, a vivir con dignidad la vida y a festejarla en la fraternidad.

En tu reino, Señor, no caben privilegios de quienes se creen el fruto de la espiga en honor y dignidad.

Eres un Dios vivo, enemigo de los ídolos humanos, y no hay mayor cansancio que el tuyo.


El reino que predicaste llega casi de puntillas, se revela y está escondido.

Es simiente que se esparce por los campos y levadura que fermenta entre la masa, luz que muestra el horizonte a los perdidos.
Fotografías: Juan Benavente.

El Reino de Dios, según los evangelios, es un banquete de bodas, un adviento de ternura que reparte los panes en las manos frágiles de los que gozan detrás del corazón.

JUEVES SANTO - MEDITACIÓN

Hoy, Jueves Santo comienza el Triduo Pascual, se conmemora la Institución de La Eucaristía como el regalo de Amor, también se conmemora la Institución de uno de los Sacramentos de entrega y abandono total al Señor: el Sacramento de La Orden Sacerdotal y La Vida de Servicio a los demás. 

Os dejamos la reflexión escrita por Diego Espino uno de los fieles de nuestra parroquia y hermano de la Hermandad de Los Gitanos,  sobre la importancia de estos días.


Hoy comienza el Triduo Pascual la celebración más importante y el eje en la Fe de los cristianos, en estos tres días, pasamos desde la Institución del Sacerdocio y la Eucaristía a la Pasión, Muerte y resurrección de Cristo. El que es Luz del mundo, se hace presente y da cumplimento al mandado de Dios en su Hijo para salvar a toda la humanidad. En estos tres días Jesucristo muestra todo su poder desde su hijo con un amor infinito a la humanidad y asumiendo todos sus pecados y atrocidades restaurando de una vez para siempre el pecado original. 

Al caer la tarde, en una cena de despedida, Jesús vuelca toda la ternura de su corazón entre abrazos y miradas cómplices, preludio y signo de un futuro nuevo lleno de esperanza. Última cena en víspera de la Pascua judía con mantel y mesa compartida al calor de la amistad, con olor a pan y sabor a vino recordándonos que ahí está Èl de forma diferente para alimentar sueños que permiten acariciar nuevos amaneceres. Hoy, somos invitados a una *COMIDA FRATERNA...* para compartir un Pan diferente. Compartir la mesa es compartir la vida!. El Maestro se nos acerca como el hermano que sirve y nos lava los pies demostrándonos su amor hasta el extremo; gestos y palabras que originan nuestra misión en el mundo: identificarnos con ÈL haciendo creíble el mensaje predicado con su propia vida. 

Hoy en el Jueves Santo: “los amó hasta el extremo”. Ayer era el día de la traición de Judas o también llamado "miércoles de traición". Hoy contemplamos un hombre que nos ama con locura y hasta el extremo en la eucaristía, un deseo de estar con sus discípulos y por consiguiente con todos nosotros todos los días en nuestras vidas. Jesús les pidió a los Apóstoles: “Esto es mi cuerpo; esta es mi sangre”. Y otorgó a la Iglesia el medio para llevar por toda la humanidad su mensaje de paz, amor y esperanza para los hombres y así instauro la Eucaristía diciendo : “Haced esto”, y con ese gesto convirtió a todos los Apóstoles en sacerdotes y así también el sacerdocio ministerial. Dos grandes obras de amor a los hombres y obras divinas que cimientan y permiten a Cristo estar presente en medio de los hombres.

El cenáculo de Jerusalén podríamos definirlo como la estancia más entrañable del universo, porque es el lugar del corazón de Dios. Esta tarde Jesús, con los más allegados, les va a abrir su alma como en ningún otro momento: el evangelista san Juan dedica la friolera de cinco capítulos a ese testamento que quiere dejarles el Maestro antes de padecer. Allí está el culmen de esos tres años de vida pública, el desarrollo de sus enseñanzas más profundas, sus intenciones más hermosas y divinas, sus promesas más importantes, el mandato del amor y la institución de los sacramentos de la eucaristía y el sacerdocio. Todo llega a su término y nada debe quedarse en el tintero.

En el cenáculo revela la plenitud de la nueva vida que nos trae: el amor perfecto, que es el que brota de su Corazón. Unos versículos más adelante del mismo capítulo 13, de donde está tomado el evangelio, el Señor revela el mandamiento nuevo: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros“. La nueva medida es un Corazón perfectamente humano y, a la vez, perfectamente divino que nos ama hasta el extremo. De ahí brota el gran don para la humanidad que es el Amor de Dios manifestado en Jesús, el tesoro inagotable que, abierto en la cruz, se convierte para todos los pecadores en la fuente de agua viva de la que beber una misericordia sanadora que da la vida eterna. Recostemos como San Juan nuestra cabeza en el pecho del Señor para escuchar sus latidos.    

En ese mismo lugar, se reunirán los apóstoles atemorizados tras la muerte del Señor; allí le verán por primera vez resucitado; será en el cenáculo donde recibirán el Espíritu Santo, estando reunidos con María, la Madre de Jesús. ¿No es el lugar más entrañable? Nuestro lugar de oración ha de ser siempre el cenáculo: allí comprenderemos, de la mano de María, la cruz y la resurrección en la comunión de la Iglesia.

Estos días se está hablando mucho de la comunión espiritual. Creo que puedes  aprovechar las circunstancias actuales para profundizar en esto y aprender a vivir en comunión con Él desde las mismas entrañas de tu alma. ¡Verás cómo será la próxima vez que puedas comulgar y estar un rato de adoración ante Él…! 
«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».

miércoles, 8 de abril de 2020

MIÉRCOLES SANTO




Hoy, Miércoles Santo nuestro templo hoy desde primera hora del día hubiera despertado con un aroma especial, un olor a flor fresca de primavera, a cera, el Señor de la Salud y su Bendita de las Angustias se encontrarían en sus pasos, dispuestos a sus fieles para salir a la calle.

Durante el trajín diario de misas, hubieran llegado las hermandades madrileñas y fieles para postrarse ante Ellos, antes de su procesión, a rezarles en la intimidad y desear a sus cofrades una buena estación de penitencia.

Al llegar las seis de la tarde nuestro Párroco D. Adolfo, hubiera celebrado la única eucaristía de la tarde, la Eucaristía de la Hermandad de Los Gitanos, preparatoria para salir a catequizar la ciudad de Madrid.

Se cierra el templo y todo son marcha de nazarenos, acólitos, costaleros, autoridades eclesiásticas… todo se encuentra dispuestos velas encendidas, incensarios con sus humos, varas repartidas y tras los rezos oportunos… Hoy sale la Cofradía de Los Gitanos, en manos de todos aquellos que reparten la Salud a los que más angustias tienen, y no volverán a su templo hasta que todo esto pase.

 Mandamos todo nuestro apoyo a la Hermandad de Los Gitanos desde la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y San Luis Obispo, su parroquia.

Fotografías: Vicente Santamaría







martes, 7 de abril de 2020

RECURSOS PARA SEMANA SANTA


Desde la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y San Luis Obispo, estamos cada día publicando material para poder vivir en la fe y desde la distancia estos días.

Hoy os traemos la publicación del día de ayer del Rvdo. D. Iván Bermejo, Párroco de la Parroquia de San Marcos de la Diócesis Complutense, donde nos invita a reflexionar en los días que estamos viviendo en Semana Santa: ``En la realidad de nuestra vida, en esta Semana Santa tan peculiar, lo profundo de lo que hemos señalado, ¿cómo puede vivirse? ¿cómo puede ser aplicado en el ámbito de mi vida personal o familiar? ¿qué respuesta puedo darme a mí mismo y a los demás?´´. ( https://elblogdeibj.es/meditacion-dia-23-seamos-servidores-de-la-justicia-y-de-la-verdad/ )

Os dejamos el enlace de su blog donde encontramos esta meditación, y donde diariamente se publican nuevas meditaciones, para ser leídas o escuchados sus audios, y que nos ayudarán en esta Semana Santa de confinamiento.


lunes, 6 de abril de 2020

RETRANSMISIÓN DE LAS CELEBRACIONES DE SEMANA SANTA 2020


Como consecuencia de la situación extraordinaria que atraviesa el mundo debido a la pandemia del COVID-19 y teniendo en cuenta las disposiciones previstas por la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, con el decreto de fecha 25 de marzo de 2020, el Papa Francisco celebrará los ritos de la Semana Santa en el altar de la Cátedra, en la basílica de San Pedro, sin la participación del pueblo. El horario de las celebraciones será el siguiente:

-          9 de abril, Jueves Santo: Santa Misa en la Cena del Señor,  a las 18:00 horas.
-          10 de abril, Viernes Santo: celebración de la Pasión del Señor, a las 18:00 horas. 
       Y a las 21:00 horas,  vía crucis desde la fachada de la basílica de San Pedro.
-          11 de abril, Sábado Santo: Vigilia Pascual, a las 21:00 horas.
-          12 de abril, Domingo de Pascua de Resurrección: Santa Misa a las 11:00 horas. A su término, i impartirá la bendición urbi et orbi.

Estas celebraciones serán emitidas en directo por TRECE y La 2 de TVE, así como por Vatican Media.

Así mismo nuestro Cardenal D. Carlos Osoro, presidirá dichos actos de la misma manera en nuestra Iglesia Madre de Santa María La Real de la Almudena, desde el canal de YouTube del arzobispado, con el siguiente horario:

-          9 de abril, Jueves Santo: a las 18:00 horas.
-          10 de abril, Viernes Santo: a las 17:00 horas.
-          11 de abril, Vigilia Pascual: a las 20:00 horas.
-          12 de abril, Domingo de Resurrección: a las 12:00 horas.

domingo, 5 de abril de 2020

DOMINGO DE RAMOS COFRADE

Hoy, 5 de Abril, día en el que celebramos de una manera especial el Domingo de Ramos, nuestro templo , sería cofrade, siendo la antesala de un Miércoles, para la Hermandad de los Gitanos, que tiene su sede en nuestra parroquia, pues se hubiera celebrado el Besamanos del Señor de la Salud durante todo el fin de semana.

Por la tarde, habría pasado y visitado nuestra parroquia la Hermandad de la Borriquita, de dicho paso por nuestra puerta os dejamos unos videos para poder disfrutar un poco de nuestra Semana Santa.

https://youtu.be/NC0xV423ky8

https://youtu.be/6eK-WEeCqWY


DOMINGO DE RAMOS

Esta celebración, alegre y festiva, nos convoca en este día en el que, Jesús, entra por las calles y plazas de nuestra ciudad. Con ella festejamos aquella primera entrada de Cristo en Jerusalén.

¡Alcemos nuestras ramas desde nuestras casas! Jesús es nuestro Señor

¡Levantemos nuestros olivos! El Señor es nuestro Rey

Todo se cumple hoy en Jesús. Va camino de la cruz para traernos la salvación. Expresemos con esta procesión la alegría y el triunfo de la vida sobre la muerte. No lo olvidemos, el Señor morirá, pero resucitará. ¿Se puede pedir algo más grande a Dios?

Nos unamos espiritualmente a la procesión, sintamos el gozo de aquellos hombres y mujeres que en los aledaños de los muros de Jerusalén cantaban y vitoreaban: ¡HOSANNA AL HIJO DE DAVID!

Hoy nuestro Cardenal a las 12:00 horas celebrará la Eucaristía, que podemos seguir en Telemadrid. 

http://www.telemadrid.es/emision-en-directo/



MISA DE DESPEDIDA PÁRROCO

Hoy, comunicamos con tristeza, a todos los fieles de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y San Luis Obispo, que Don Adolfo Lafuente, d...