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jueves, 23 de abril de 2020

COLUMBARIOS PARROQUIALES


El Papa Francisco, en la Instrucciónn Ad resurgendum cum Christo (25 octubre 2016), respondió varias dudas sobre la conservación de las cenizas de los fieles cristianos en caso de cremación o incineración. Por el bautismo somos consagrados por Cristo y somos injertados en Él: Nuestro cuerpo y alma pertenecen al Señor, que por nosotros murió y resucitó (Rm 14,7-9).
Esta pertenencia a Cristo se manifiesta en los enterramientos, que para los cristianos se hacen siempre en campo santo, lugar bendecido en el que reposan nuestros restos mortales en espera de la resurrección final.

La fe cristiana en la resurrección de los muertos hizo que los lugares de enterramiento dejaran de llamarse necrópolis (ciudad de muertos) para denominarse cementerios (dormitorios, en griego), pues la muerte es simbólicamente un “dormirse” hasta el eterno despertar cuando Cristo venga al final de los tiempos y resucite nuestros cuerpos. 

El Papa aclara que por la dignidad que tiene el cuerpo del cristiano, en caso de incineración o cremación no se pueden dejar las cenizas en cualquier lugar (p. ej. en casa, que no es un camposanto), ni tratarlas para convertirlas en objetos (diamantes, por ejemplo), ni esparcirlas por la naturaleza (el mar, la montaña, el jardín de casa). Nuestro cuerpo está consagrado por Cristo y le pertenece, y con esa dignidad hemos de tratarlo, tanto en vida como en muerte. Durante casi dos milenios, las iglesias —templos consagrados a Cristo donde nos unimos a Él mediante la administración de los sacramentos— se convirtieron en el lugar más adecuado para expresar esta verdad de fe. En torno a la iglesia y dentro de ella se enterraban los miembros de la comunidad que fallecían.

 Las actuales prácticas sobre enterramientos en cementerios distantes de la iglesia parroquial dificultan que se pueda expresar de un modo “visible” esta tradición milenaria; no obstante se conserva la dignidad de los cementerios, que de hecho se denominan “camposanto” por estar bendecidos. Pero desvinculados físicamente de la iglesia parroquial, cuesta más ver la vinculación entre el enterramiento y la pertenencia a una comunidad cristiana que camina hacia la vida eterna, compartiendo los bienes de la fe y la oración tanto en vida como en la muerte. Es la comunión de los santos. La Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y San Luis ofrece ahora la posibilidad de depositar las cenizas de los fieles difuntos en los Columbarios Parroquiales. La cercanía de este camposanto en el corazón de Madrid facilita la visita y oración por nuestros familiares difuntos, al mismo tiempo que velamos por cuidar los restos mortales con la dignidad que merecen por su condición de bautizados. Unidos en Cristo, caminamos hacia la eternidad.


En el siguiente enlace dejamos toda la información sobre los columbarios parroquiales para todos aquellos que estén interesados, además durante estos días de cuarentena nuestro despacho parroquial se encuentra abierto mediante vía telefónica (no presencial, la iglesia se encuentra cerrada) para todos aquellos que deseen más información, llamando al número 91 522 67 69, de lunes a viernes en horario de 10 a 12 de la mañana y de 18 a 20 horas por las tardes






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